Si pensamos en una sociedad primitiva, nos encontramos
con una sociedad basada en los mitos y la magia para regular sus procesos
cotidianos como la regulación del poder interno. Cassirer, en su texto “El mito
del estado”, afirma que estos procesos son aplicables a la vida política del
ser humano moderno.
La consternación orilla al hombre a recurrir a medidas
desesperadas. La política actual ha sufrido tal proceso. Cuando la razón no
puede solucionar nuestros problemas siempre existirá un milagro.
A pesar de que las sociedades no se rigen por leyes
escritas, estatutos e instituciones, estas presentan una organización
concreta. Asi entendemos que los individuos de ese tipo de sociedades no viven
en la anarquía, por el contrario se mantienen unidas y en buena convivencia por
medio de rituales basados en los mitos.
A pesar de que la organización
mítica de la sociedad parece quedar superada por una organización racional, hay
momentos críticos que piden a gritos el regreso de las concepciones críticas
que ya se pensaban superadas. Esto da pauta para el surgimiento de nuevos
mitos. Cassirer afirma al respecto que “nuestra vida política moderna ha
retrocedido bruscamente hacia formas que parecían enteramente olvidadas”[1].
¿Qué sucede con el Caudillaje?
El autor afirma que el caudillaje aparece tan sólo cuando un deseo colectivo ha
alcanzado una fuerza abrumadora y, por otra parte, se ha desvanecido toda
esperanza de cumplir este deseo por la vía ordinaria y normal. Cuando todo está
perdido el caudillaje es lo único que nos queda.
Esto lo podemos ver dia con
dia, cuando México se veia hundido en un mar de crisis sociales y económicas, después
del sexenio de Vicente Fox, apareció López obrador. El más reciente caudillo
nacional. El hombre civilizado se ve sometido a los impulsos irracionales.
El ser humano moderno ha
evolucionado de una manera formidable a tal punto en el cual la política ya es
vista desde dos planos. Lo racional y lo irracional conviven dentro del mundo
actual. En este sentido, el político moderno ha tenido que unificar dos
funciones distintas e incompatibles. Actúa como homo magnus y como homo faber a
la vez.
Así llegamos a el primer
paso que había que dar era un cambio en la función del lenguaje. En la historia
de la civilización, la palabra cumple dos funciones completamente distintas.
Para decirlo brevemente,
podemos llamar a estas funciones empleo semántico y empleo mágico de las
palabras. Aun entre las llamadas lenguas primitivas se encuentra siempre la
función semántica de la palabra; sin ella no podría haber lenguaje humano. Pero
en las sociedades primitivas la palabra mágica tiene una influencia
predominante y abrumadora. No describe las cosas o las relaciones de las cosas;
trata de producir efectos y de cambiar el curso de la naturaleza.
Lo anterior no puede hacerse
sino con un arte mágico elaborado. El mago o brujo es el único que puede
manejar la palabra mágica. Pero en sus manos ésta se convierte en un arma de
las más poderosas. Nada puede resistir su fuerza.
Lo más interesante es que,
todo lo anterior se da en el mundo moderno que vivimos. Si hacemos un recuento de
nuestros mitos políticos modernos y el empleo que se les ha hecho encontraremos
que no sólo han transformado los valores, sino que también han operado una evolución
del lenguaje.
Lo mágico tiene primacía sobre
la palabra semántica. Lo que ha pasado es que palabras viejas han agarrado en
sentido diferente. Las nuevas palabras están cargadas de significados
violentos. Esto es un claro ejemplo de propaganda.
Esto resulta complejo pues la
palabra mágica por sí sola no lo es todo. Para que la palabra surta efecto debe
ser complementada con nuevos ritos. Este es el caso de los mayas, a los que les
destruyeron sus códices y pusieron en sus mentes nuevas ideas, lo anterior
dejándoles nuevos ritos que combinaban ideas previas a la conquista y el nuevo
dios de la religión católica.
En pocas palabras, la mujer y el hombre moderno, a
pesar de la intranquilidad o muy probablemente a causa de ella y del mal manejo
de las emociones, no ha podido superar la condición de vida primitiva. Cuando llega
a ser tan fuerte la presión el ser humano regresa a ese estado basado en la
vida de completa aquiescencia. No se da el proceso de
cuestionamiento, ahora acepta. Los caudillos pasan a ser los que mueven a todos
como títeres.
FUENTE:
Cassirer, Ernst. “La técnica de los mitos políticos modernos”
en <<El mito del Estado>>, 1946. Fondo
de Cultura Económica, México, décima reimpresión, 2004, pp. 327-351.
[1]
Cassirer, Ernst. “La técnica de los mitos políticos
modernos” en <<El mito del Estado>>, 1946.
Fondo de Cultura Económica, México, décima reimpresión, 2004, pp. 342.
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